27/03/2020, 5:46:41 AM
(Última modificación: 27/03/2020, 8:53:43 AM por TheCastAway.
Razón: Corregir
)
CAPITULO 4
Hola que haciendo? Decía un mensaje con numero desconocido en el WhatsApp. Luego de lo que le había pasado con su ex novia y ahora cuñada, Sergio de alguna manera se auto-recluyó en la habitación que amablemente le dispensó su tía. Cuando Silvana se enteró de lo ocurrido, le pidió a Miguel (meses antes de que se fuera), que lo trajera a la casa cada vez que pudiera para que no se sintiera solo.
Disculpa, no tengo este numero en mi agenda, contestó Sergio. Hola, soy Amarilis. A Sergio no le sorprendió que ella le escribiera. Se habían conocido en casa de su hermana y coincidieron en mas de una ocasión. Normal que hablaran durante las reuniones y que las otras amigas le empezaran a decir “loba” o “MILF” cada vez que los veían muy juntos.
Amarilis estaba muy lejos de parecer una señora. A pesar de tener dos niñas y estar divorciada, ella no aparentaba mas de 20 años (tenia 32). Simplemente su contextura era pequeña y parecía mas bien la hermana mayor de sus hijas. Siendo abogado, le tocó tener que armar peo mas de una vez en tribunales y fiscalía para que la tomaran en serio. Ni hablar de cuando le pedían la cedula cada vez que quería entrar a algún lugar nocturno. Ella estaba clara de su apariencia y a veces le daba por salir vestida como una “chica fresa” para joderle la paciencia a carajos mas que jóvenes que ella. Cuando conoció a Sergio, en seguida le puso el ojo. Mas, cuando supo la razón de su ruptura. Parte del fracaso de su matrimonio se debió a que su ex esposo era un tipo demasiado dotado y bruto. No esperaba que ella estuviera lista o mojada para meterselo. De alguna manera, le había agarrado fobia a los penes grandes.
Estoy ladillada aquí en la casa, me acompañarías a salir? Prosiguió Amarilis en la conversa del WhatsApp. De mala gana, Sergio le dijo que si. Aun no estaba de ánimos para salir. Pero le dio paja cortarle la nota a la amiga de su hermana. Ella lo fue a buscar en su carro y fueron al cine. Al salir, comieron helado. Ella trataba de sacarle la conversación, pero el parecía algo distante. Si hubiera sabido que iba ser así, vengo sola. Le dijo ella. Disculpa, no es mi intención, le dijo Sergio. Ella prosiguió: La vida es una sola, no vale la pena quedarse pegado en una sola pagina, hay que pasarla o la vida nos va pasar a nosotros sin darnos cuenta. Tienes razón, le dijo él. Pero no es fácil. ¿Exactamente porque no es fácil? Le contestó Amarilis. Si hubieras estado casado y con hijos de repente te lo creería. ¿Y como sabes tú lo que me pasó? Le contestó Sergio con cierto asombro y molestia. Recuerda que somos mujeres y nos contamos muchas cosas, quizás demasiadas, le dijo ella. ¿Sabes cuantas mujeres estarían mas que dispuestas a tener a un chico como tu entre sus piernas? La cara de Sergio cambió por completo. No estaba seguro de lo que acababa de escuchar. Amarilis no aguantó la risa. Te hice sonrojar, le dijo ella con sarcasmo. Terminaron de comerse el helado y se fueron rumbo al apartamento de ella.
Ya dentro, Sergio se dio cuenta de que estaba literalmente cagado. La frase del “no me gusta que me metan el dedo” le rondaba en la cabeza y no quería volver a pasar por eso nuevamente. Amarilis se sentó a su lado. Con una sonrisa picara le dijo: Y entonces, ¿Que quieres hacer? Al mismo tiempo que levantaba una de las cejas. Sergio apenas podía hablar. Como pudo, le dijo: La verdad es que no estoy seguro. Tienes que relajarte, le dijo ella. Yo no te voy a comer. Le acaricio la cara y lo besó. Fue un beso suave, con delicadeza. ¿Ves? No tengas miedo. Aunque Sergio no estaba negado al asunto, le costaba actuar. Ella, al ver la timidez le agarro la mano y la puso en uno de sus senos. Anda, le dijo, agarrame, mientras se seguían besando. Ella luego bajó poco a poco su mano hasta llegar a su pantalón y comenzó a acariciarle el paquete. Noto que Sergio parecía incomodo. ¿Que pasó bebé? Le dijo ella. ¿Suéltate si? Él estaba como con ganas de decir algo, pero no lo hacia. Ella se dio cuenta de la situación y le dijo: No te pongas mal porque creas que no vas a poder. Tampoco me vengas con lo del tamaño importa. Mirame, tengo treintas y dos años, parida dos veces y me piden cedula para entrar a una disco. Si alguien sabe de lo que es sentirse pequeña, soy yo. Ante semejante frase, Sergio quedo como petrificado. ¿Ella sabía? Que bolas tenia Silvana por haberle contado esa vaina. Pero para ese momento, Amarilis ya le había desabrochado el pantalón y se lo estaba bajando. Logró quitárselo, luego le saco la franela y procedió a bajarle los boxers. Al ver su miembro, Amarilis le dijo: No se que te habrán dicho, pero pequeño no es. Provoca hasta comérselo a besos. Ella se desnudó y ni corta ni perezosa se arrodilló y comenzó a besárselo.
Para sorpresa de Sergio, Amarilis tenia razón. Ella, como tenia todo pequeño, incluso las manos, todo lo que agarraba le parecía normal o grande. Para completar, era prácticamente lampiña, lo que la hacia ver mas juvenil. A estas alturas, Amarilis ya había dejado de besárselo y se lo estaba chupando con gran pasión. Paró un momento de chupar pero sin dejar de acariciárselo para decirle: Quiero que te relajes. Y continuó con su faena. Sergio empezó a gemir ante las caricias expertas de Amarilis y sentía que ella no iba a parar hasta conseguir su cometido. Como pudo, entre gemidos y la voz entre cortada, él le dijo: Voy a acabar, voy a acabar. Tratando de incorporarse. Ella con una mano se la colocó en el pecho para calmarlo y que se relajara. Llegado el momento, Sergio no aguantó mas y expulsó todo aquello dentro de la boca de ella, que no dejaba de chupar. Las piernas le temblaban y los ojos se le cerraron solos. Por fin ella se detuvo después de haberse tragado todo aquello. Sabes rico, le dijo ella. Pero el estaba en otra parte.
CAPITULO 5
Yessika estaba entrando en pánico. Hacia una semana que no le bajaba la menstruación y ella era muy regular en eso. Nauseas, mareos, cansancio, asco a cualquier olor raro por mas leve que sea, senos sensibles. No tenia a quien preguntarle porque ella se había encargado de literalmente sacarle el culo a todas sus amigas que salieron preñadas y hasta las había tildados de pendejas o “amarra hombres”. Ubicó un laboratorio bien lejos de su casa y ahí estuvo por un rato esperando el resultado. Felicitaciones, le dijo la secretaria al entregarle el sobre cerrado y con la sala de espera llena de personas. La cara de impaciencia Yessika cambió a una de tragedia. Al notar el cambio, la secretaria solo pudo decir: Perdón, creo que la puse. Esa noche, sola en su cuarto, Yessika lloró por largo rato.
CAPITULO 6
Sergio abrió los ojos y vio a una linda chica que le estaba haciendo caricias en el rostro y en el cabello. Nunca una mujer había sido tan cariñosa con él. ¿Te gusto? Le pregunto Amarilis. Sergio, con una sonrisa que no se le quitaba le contestó: Me encantó!
Amarilis sabía que Sergio no era virgen, pero si no lo hubiera sabido, juraría que lo era. Ven, vamos a ducharnos, le dijo ella. En la ducha, era evidente que cualquier vestigio de timidez en Sergio había desaparecido. La besaba, enjabonada, metía mano, la abrazaba, etc. Ella estaba por demás de emocionada al ver el cambio en él y quería seguir disfrutando. Y es que Amarilis era una mujer bonita. Su piel blanca sin ninguna marca, senos y culo pequeños pero firmes y redondos. Ya en la cama, estiro la mano y sacó un lubricante. Vertió un poco en su mano y empezó a esparcirlo entre su vagina y el ano. Prácticamente se estaba masturbando delante de él, quien ya tenía una nueva erección. Ella le pidió que se quedara boca arriba y ella se le sentó encima. Hoy quiero que disfrutes bebe, le dijo Amarilis con esa vocecita de chica fresa que la hacia ver menor de lo que ya se veía. Le agarro el miembro y se lo frotó de arriba abajo por la parte exterior de su vagina. Por fin lo introdujo dentro de ella y empezó a menearse hacia adelante y para atrás, cada vez con mas velocidad. Sergio estaba extasiado. Amarilis de vez en cuando bajaba para besarlo con lengua. Pronto empezó a sacudirse con mas fuerza y empezó a decir: Voy a acabar papi, si, ahí voy, si, Ay, AAAYYY. Con un gran grito de éxtasis que debieron haberlo escuchado en todo el edificio, Amarilis cayó rendida sobre Sergio. No paraba de besarlo y acariciarlo. Que rico bebé, le decía, que rico.
Sergio no había acabado, luego de la primera, sentía que le faltaba un poco mas de estimulación. Ella se dio cuenta y le dijo: ¿Seguimos? Él solo asintió. Nuevamente encima de él, comenzó nuevamente a frotar su miembro con su vagina, pero en vez de introducirlo por allí, empezó a meterlo por su ano. Poco a poco lo fue introduciendo hasta que por fin había entrado completo. Se inclinó hacía atrás, separó las piernas y empezó a subir y bajar. Primero con algo de dificultad, pero a medida que el lubricante le impregnaba mas su agujero, mas rápido lo hacia. El espectáculo que tenia Sergio ante sus ojos era increíble. Aquella mujer se retorcía y cerraba los ojos disfrutando de darse placer analmente. Al cabo de un rato se detuvo y ella le dijo: Ayudame que me estoy cansando. Él no sabia exactamente que hacer pero ella con una linda sonrisa le dijo: pon tus manos en mis nalgas y ayudame a subir y bajar. Así siguieron por algunos minutos. Cuando ella vio que Sergio estaba por acabar, ella le dijo: Puedes acabarme adentro bebé, no hay problema. Y así fue. Ella, cuando sintió aquello llenando sus entrañas, se le aflojaron las piernas y solo pudo gemir: Siii rico bebé, rico. Sergio no supo distinguir en cual orgasmo había sido mejor, pero cuando se lo hizo analmente le encantó. Apretadito y calientito.
Ya relejados y abrazados, ella quería joderle la paciencia y despejar sus dudas. Eres un bicho, le dijo. Hiciste que te diera mi culito. Supongo que eso lo logras con todas las mujeres con las que has estado. La mirada de Sergio lo decía todo. Ya va! Prosiguió, ¿Nunca te habían dado culito? Él, con la mayor vergüenza del mundo le contesto: No, eres la primera. Ahora era a ella que no se le quitaba una sonrisa pícara de la cara. ¿Bueno pero si habías acabado en la boca cierto? Continuó Amarilis. De nuevo la mirada de pena de Sergio. O sea, dijo ella, ¿Yo fui tu primera vez por la boca y por el culito? Sergio, rojo de la vergüenza, solo asintió. Amarilis lo beso con mucha ternura y así, abrazados, se quedaron dormidos.
CAPITULO 7
Yessika dejó que pasara toda la mañana para armarse de valor e ir a hablar con Samuel. De todas maneras era sábado y sabia que no terminaba de trabajar si no hasta el mediodía. Fue a su casa cerca de las 3 PM y aun no llegaba. Espero por mas de una hora sentada en la sala. La mamá de Samuel le dijo que era normal que se quedara bebiendo con sus compañeros y en mas de una ocasión había legado bastante tarde. No quiso decirle nada a la señora. Espero a que no la viera, entró al cuarto de Samuel, escribió algo por fuera del sobre con un bolígrafo y lo dejó en la mesita de noche. Se fue a su casa y esperó a tener noticias de Samuel. Se quedó dormida con su celular al lado esperando hasta el día siguiente.
Se despertó el domingo revisando el celular. Nada, Samuel no daba señales de vida. Fue al baño a asearse, se vistió y salió rumba a su casa. Entró por el portón y vio al padre de él en el patio. Buenos días, le dijo, ¿Samuel está?. Si, le contestó el señor de mala gana. Entró al cuarto y consiguió a Samuel dormido. Sami... Sami… Nada que se despertaba. SAMUEL!!! le habló en voz fuerte. Por fin se despertó. No dijo nada. Solo levanto la cara como diciendo: ¿Que paso? Chico, dijo ella. Te estuve buscando desde ayer. El seguía sin emitir ninguna palabra. Te dejé una carta en la mesa de noche, continuó, la viste? Nuevamente su cara era como inexpresiva. Su gesto fue algo como que ¿Mas o menos? Coño vale, estoy embarazada! Samuel solo se limitó a verla de arriba a abajo, se encogió de hombros, se dio media vuelta y se volvió a acostar a dormir. Indignada, Yessika salió del cuarto y cerró la puerta con fuerza. La mamá de él, al verla salir así, le dijo: A mi no me importa si ustedes pelean o tiran o se matan dentro del cuarto, pero te agradezco que no me estropees las puertas de mi casa! Yessika le contestó: Su hijo es un pendejo! Un desgraciado! Un perro! A lo que la señora le respondió: ¿Y? Yo no te mandé a que lo buscaras a él ni a él que te buscara a ti. Los dos son mayores de edad. Si no te gusta, te puedes ir por donde viniste! Pero no vas a venir a romperme la casa!
Hola que haciendo? Decía un mensaje con numero desconocido en el WhatsApp. Luego de lo que le había pasado con su ex novia y ahora cuñada, Sergio de alguna manera se auto-recluyó en la habitación que amablemente le dispensó su tía. Cuando Silvana se enteró de lo ocurrido, le pidió a Miguel (meses antes de que se fuera), que lo trajera a la casa cada vez que pudiera para que no se sintiera solo.
Disculpa, no tengo este numero en mi agenda, contestó Sergio. Hola, soy Amarilis. A Sergio no le sorprendió que ella le escribiera. Se habían conocido en casa de su hermana y coincidieron en mas de una ocasión. Normal que hablaran durante las reuniones y que las otras amigas le empezaran a decir “loba” o “MILF” cada vez que los veían muy juntos.
Amarilis estaba muy lejos de parecer una señora. A pesar de tener dos niñas y estar divorciada, ella no aparentaba mas de 20 años (tenia 32). Simplemente su contextura era pequeña y parecía mas bien la hermana mayor de sus hijas. Siendo abogado, le tocó tener que armar peo mas de una vez en tribunales y fiscalía para que la tomaran en serio. Ni hablar de cuando le pedían la cedula cada vez que quería entrar a algún lugar nocturno. Ella estaba clara de su apariencia y a veces le daba por salir vestida como una “chica fresa” para joderle la paciencia a carajos mas que jóvenes que ella. Cuando conoció a Sergio, en seguida le puso el ojo. Mas, cuando supo la razón de su ruptura. Parte del fracaso de su matrimonio se debió a que su ex esposo era un tipo demasiado dotado y bruto. No esperaba que ella estuviera lista o mojada para meterselo. De alguna manera, le había agarrado fobia a los penes grandes.
Estoy ladillada aquí en la casa, me acompañarías a salir? Prosiguió Amarilis en la conversa del WhatsApp. De mala gana, Sergio le dijo que si. Aun no estaba de ánimos para salir. Pero le dio paja cortarle la nota a la amiga de su hermana. Ella lo fue a buscar en su carro y fueron al cine. Al salir, comieron helado. Ella trataba de sacarle la conversación, pero el parecía algo distante. Si hubiera sabido que iba ser así, vengo sola. Le dijo ella. Disculpa, no es mi intención, le dijo Sergio. Ella prosiguió: La vida es una sola, no vale la pena quedarse pegado en una sola pagina, hay que pasarla o la vida nos va pasar a nosotros sin darnos cuenta. Tienes razón, le dijo él. Pero no es fácil. ¿Exactamente porque no es fácil? Le contestó Amarilis. Si hubieras estado casado y con hijos de repente te lo creería. ¿Y como sabes tú lo que me pasó? Le contestó Sergio con cierto asombro y molestia. Recuerda que somos mujeres y nos contamos muchas cosas, quizás demasiadas, le dijo ella. ¿Sabes cuantas mujeres estarían mas que dispuestas a tener a un chico como tu entre sus piernas? La cara de Sergio cambió por completo. No estaba seguro de lo que acababa de escuchar. Amarilis no aguantó la risa. Te hice sonrojar, le dijo ella con sarcasmo. Terminaron de comerse el helado y se fueron rumbo al apartamento de ella.
Ya dentro, Sergio se dio cuenta de que estaba literalmente cagado. La frase del “no me gusta que me metan el dedo” le rondaba en la cabeza y no quería volver a pasar por eso nuevamente. Amarilis se sentó a su lado. Con una sonrisa picara le dijo: Y entonces, ¿Que quieres hacer? Al mismo tiempo que levantaba una de las cejas. Sergio apenas podía hablar. Como pudo, le dijo: La verdad es que no estoy seguro. Tienes que relajarte, le dijo ella. Yo no te voy a comer. Le acaricio la cara y lo besó. Fue un beso suave, con delicadeza. ¿Ves? No tengas miedo. Aunque Sergio no estaba negado al asunto, le costaba actuar. Ella, al ver la timidez le agarro la mano y la puso en uno de sus senos. Anda, le dijo, agarrame, mientras se seguían besando. Ella luego bajó poco a poco su mano hasta llegar a su pantalón y comenzó a acariciarle el paquete. Noto que Sergio parecía incomodo. ¿Que pasó bebé? Le dijo ella. ¿Suéltate si? Él estaba como con ganas de decir algo, pero no lo hacia. Ella se dio cuenta de la situación y le dijo: No te pongas mal porque creas que no vas a poder. Tampoco me vengas con lo del tamaño importa. Mirame, tengo treintas y dos años, parida dos veces y me piden cedula para entrar a una disco. Si alguien sabe de lo que es sentirse pequeña, soy yo. Ante semejante frase, Sergio quedo como petrificado. ¿Ella sabía? Que bolas tenia Silvana por haberle contado esa vaina. Pero para ese momento, Amarilis ya le había desabrochado el pantalón y se lo estaba bajando. Logró quitárselo, luego le saco la franela y procedió a bajarle los boxers. Al ver su miembro, Amarilis le dijo: No se que te habrán dicho, pero pequeño no es. Provoca hasta comérselo a besos. Ella se desnudó y ni corta ni perezosa se arrodilló y comenzó a besárselo.
Para sorpresa de Sergio, Amarilis tenia razón. Ella, como tenia todo pequeño, incluso las manos, todo lo que agarraba le parecía normal o grande. Para completar, era prácticamente lampiña, lo que la hacia ver mas juvenil. A estas alturas, Amarilis ya había dejado de besárselo y se lo estaba chupando con gran pasión. Paró un momento de chupar pero sin dejar de acariciárselo para decirle: Quiero que te relajes. Y continuó con su faena. Sergio empezó a gemir ante las caricias expertas de Amarilis y sentía que ella no iba a parar hasta conseguir su cometido. Como pudo, entre gemidos y la voz entre cortada, él le dijo: Voy a acabar, voy a acabar. Tratando de incorporarse. Ella con una mano se la colocó en el pecho para calmarlo y que se relajara. Llegado el momento, Sergio no aguantó mas y expulsó todo aquello dentro de la boca de ella, que no dejaba de chupar. Las piernas le temblaban y los ojos se le cerraron solos. Por fin ella se detuvo después de haberse tragado todo aquello. Sabes rico, le dijo ella. Pero el estaba en otra parte.
CAPITULO 5
Yessika estaba entrando en pánico. Hacia una semana que no le bajaba la menstruación y ella era muy regular en eso. Nauseas, mareos, cansancio, asco a cualquier olor raro por mas leve que sea, senos sensibles. No tenia a quien preguntarle porque ella se había encargado de literalmente sacarle el culo a todas sus amigas que salieron preñadas y hasta las había tildados de pendejas o “amarra hombres”. Ubicó un laboratorio bien lejos de su casa y ahí estuvo por un rato esperando el resultado. Felicitaciones, le dijo la secretaria al entregarle el sobre cerrado y con la sala de espera llena de personas. La cara de impaciencia Yessika cambió a una de tragedia. Al notar el cambio, la secretaria solo pudo decir: Perdón, creo que la puse. Esa noche, sola en su cuarto, Yessika lloró por largo rato.
CAPITULO 6
Sergio abrió los ojos y vio a una linda chica que le estaba haciendo caricias en el rostro y en el cabello. Nunca una mujer había sido tan cariñosa con él. ¿Te gusto? Le pregunto Amarilis. Sergio, con una sonrisa que no se le quitaba le contestó: Me encantó!
Amarilis sabía que Sergio no era virgen, pero si no lo hubiera sabido, juraría que lo era. Ven, vamos a ducharnos, le dijo ella. En la ducha, era evidente que cualquier vestigio de timidez en Sergio había desaparecido. La besaba, enjabonada, metía mano, la abrazaba, etc. Ella estaba por demás de emocionada al ver el cambio en él y quería seguir disfrutando. Y es que Amarilis era una mujer bonita. Su piel blanca sin ninguna marca, senos y culo pequeños pero firmes y redondos. Ya en la cama, estiro la mano y sacó un lubricante. Vertió un poco en su mano y empezó a esparcirlo entre su vagina y el ano. Prácticamente se estaba masturbando delante de él, quien ya tenía una nueva erección. Ella le pidió que se quedara boca arriba y ella se le sentó encima. Hoy quiero que disfrutes bebe, le dijo Amarilis con esa vocecita de chica fresa que la hacia ver menor de lo que ya se veía. Le agarro el miembro y se lo frotó de arriba abajo por la parte exterior de su vagina. Por fin lo introdujo dentro de ella y empezó a menearse hacia adelante y para atrás, cada vez con mas velocidad. Sergio estaba extasiado. Amarilis de vez en cuando bajaba para besarlo con lengua. Pronto empezó a sacudirse con mas fuerza y empezó a decir: Voy a acabar papi, si, ahí voy, si, Ay, AAAYYY. Con un gran grito de éxtasis que debieron haberlo escuchado en todo el edificio, Amarilis cayó rendida sobre Sergio. No paraba de besarlo y acariciarlo. Que rico bebé, le decía, que rico.
Sergio no había acabado, luego de la primera, sentía que le faltaba un poco mas de estimulación. Ella se dio cuenta y le dijo: ¿Seguimos? Él solo asintió. Nuevamente encima de él, comenzó nuevamente a frotar su miembro con su vagina, pero en vez de introducirlo por allí, empezó a meterlo por su ano. Poco a poco lo fue introduciendo hasta que por fin había entrado completo. Se inclinó hacía atrás, separó las piernas y empezó a subir y bajar. Primero con algo de dificultad, pero a medida que el lubricante le impregnaba mas su agujero, mas rápido lo hacia. El espectáculo que tenia Sergio ante sus ojos era increíble. Aquella mujer se retorcía y cerraba los ojos disfrutando de darse placer analmente. Al cabo de un rato se detuvo y ella le dijo: Ayudame que me estoy cansando. Él no sabia exactamente que hacer pero ella con una linda sonrisa le dijo: pon tus manos en mis nalgas y ayudame a subir y bajar. Así siguieron por algunos minutos. Cuando ella vio que Sergio estaba por acabar, ella le dijo: Puedes acabarme adentro bebé, no hay problema. Y así fue. Ella, cuando sintió aquello llenando sus entrañas, se le aflojaron las piernas y solo pudo gemir: Siii rico bebé, rico. Sergio no supo distinguir en cual orgasmo había sido mejor, pero cuando se lo hizo analmente le encantó. Apretadito y calientito.
Ya relejados y abrazados, ella quería joderle la paciencia y despejar sus dudas. Eres un bicho, le dijo. Hiciste que te diera mi culito. Supongo que eso lo logras con todas las mujeres con las que has estado. La mirada de Sergio lo decía todo. Ya va! Prosiguió, ¿Nunca te habían dado culito? Él, con la mayor vergüenza del mundo le contesto: No, eres la primera. Ahora era a ella que no se le quitaba una sonrisa pícara de la cara. ¿Bueno pero si habías acabado en la boca cierto? Continuó Amarilis. De nuevo la mirada de pena de Sergio. O sea, dijo ella, ¿Yo fui tu primera vez por la boca y por el culito? Sergio, rojo de la vergüenza, solo asintió. Amarilis lo beso con mucha ternura y así, abrazados, se quedaron dormidos.
CAPITULO 7
Yessika dejó que pasara toda la mañana para armarse de valor e ir a hablar con Samuel. De todas maneras era sábado y sabia que no terminaba de trabajar si no hasta el mediodía. Fue a su casa cerca de las 3 PM y aun no llegaba. Espero por mas de una hora sentada en la sala. La mamá de Samuel le dijo que era normal que se quedara bebiendo con sus compañeros y en mas de una ocasión había legado bastante tarde. No quiso decirle nada a la señora. Espero a que no la viera, entró al cuarto de Samuel, escribió algo por fuera del sobre con un bolígrafo y lo dejó en la mesita de noche. Se fue a su casa y esperó a tener noticias de Samuel. Se quedó dormida con su celular al lado esperando hasta el día siguiente.
Se despertó el domingo revisando el celular. Nada, Samuel no daba señales de vida. Fue al baño a asearse, se vistió y salió rumba a su casa. Entró por el portón y vio al padre de él en el patio. Buenos días, le dijo, ¿Samuel está?. Si, le contestó el señor de mala gana. Entró al cuarto y consiguió a Samuel dormido. Sami... Sami… Nada que se despertaba. SAMUEL!!! le habló en voz fuerte. Por fin se despertó. No dijo nada. Solo levanto la cara como diciendo: ¿Que paso? Chico, dijo ella. Te estuve buscando desde ayer. El seguía sin emitir ninguna palabra. Te dejé una carta en la mesa de noche, continuó, la viste? Nuevamente su cara era como inexpresiva. Su gesto fue algo como que ¿Mas o menos? Coño vale, estoy embarazada! Samuel solo se limitó a verla de arriba a abajo, se encogió de hombros, se dio media vuelta y se volvió a acostar a dormir. Indignada, Yessika salió del cuarto y cerró la puerta con fuerza. La mamá de él, al verla salir así, le dijo: A mi no me importa si ustedes pelean o tiran o se matan dentro del cuarto, pero te agradezco que no me estropees las puertas de mi casa! Yessika le contestó: Su hijo es un pendejo! Un desgraciado! Un perro! A lo que la señora le respondió: ¿Y? Yo no te mandé a que lo buscaras a él ni a él que te buscara a ti. Los dos son mayores de edad. Si no te gusta, te puedes ir por donde viniste! Pero no vas a venir a romperme la casa!
¿Porque todo tiene que tener un porque?