PARA TI - Novela (3ra Parte)

#1
CAPITULO 8

Silvana decidió bajarle dos a la cacería y ser un poco mas selectiva, por así decirlo. Sin embargo, las palabras en la carta de Miguel, aun le retumbaban en la cabeza y, cada vez que las recordaba, le entraba una gran arrechera e indignación. Ok, era cierto que no tenían relaciones a menudo, pero ella no podía estar “dispuesta” cada vez que el señor tenia ganas. Su trabajo, que tanto le había costado conseguir y escalar, le quitaba mucho tiempo y cuando llegaba a casa, solo quería dormir y/o descansar. Su manera de desetresarse era en el gimnasio o haciendo “senderismo”. Coño, pensó dentro de sí. El gim e ir a la montaña! Como no se me había podido olvidar! Luego de la ruptura, había dejado de hacer las cosas que tanto le gustaban y que viéndolo ahora fríamente, tenían mucho potencial para conseguir a quien llevar a la cama y lograr sus objetivos.

Por vainas del destino, un primo de Miguel asistía también al gimnasio. Para ella no era la gran vaina, pero el tipo caía bien. A ella le encantaba ponerlo incomodo diciéndole cosas subidas de tono ya que creía que el jamas se atrevería a nada con ella, mas siendo mujer de su primo. Esa noche en el gimnasio, tuvo la suerte de encontrárselo. Primo bello como estás? Le dijo ella. Hola prima, le contestó él. Cuéntame, prosiguió, ¿Que es de tu vida? Supe lo de ustedes, que malo eso. Ella solo le dijo: Tranquilo primo, la vida continúa. Hicieron ejercicio y maquinas por un rato. Al terminar, se sentaron en el café del gim a conversar. ¿Y como pasas el tiempo? Le pregunto él, tratando de tener una conversación amena. Por ejemplo, ¿Que hiciste el fin de semana? Ella le contestó: ¿Te soy sincera? Me hice la paja! Me metí mano por todas partes! Él no daba crédito a lo que acababa de escuchar. Tratando de sacar voz de donde no tenía y de no parecer tan pacato le dijo: Que bien, me alegro. Espero que lo hayas disfrutado. Todo esto lo dijo sin poder disimular su nerviosismo y su cara evidentemente roja. Oye pues si, le dijo ella. Acabé como cinco veces!

En este punto, el estaba seguro de que no quería seguir esa conversa. Quería buscar la manera de irse sin que se notara que estaba escandalizado. Silvana lo veía con picardía. ¿Te puse nervioso cierto? Le dijo. No vale, le respondió él, para nada. Ella se levantó para irse. Él supuso que ya la situación incomoda estaba por terminar. Sin embargo, ella le dijo: Ven, acompañame a la casa. Quiero que me cojas. Nervioso y emocionado a la vez, se fue con ella. En el carro, ella notó su silencio. Para romper el hielo, le dijo: La vida es una sola. Hoy estamos y mañana no sabemos. Un día estas de pareja y al otro no quieres saber mas de esa persona. Hay que vivir el presente como llegue. Y sobretodo, disfrutarlo. Ante esa cantidad de frases pre-hechas y gastadas. El solo dijo: Tienes razón.

Ya en el apartamento, desnudos y en la ducha, Silvana pudo comprobar que el primo “tenia lo suyo”. Se besaron, acariciaron y ella se arrodilló a mamárselo un rato. Él no decía nada, pero la veía con muchas ganas. No podía negar que siempre le había parecido una mujer muy atractiva. Pero no que fuera tan regalada. Por fin en la cama. El comenzó a besarle sus hermosas y firmes tetas. Le encantaba chuparle los pezones, porque cuando lo hacía, ella gemía. Así primo, le decía ella, chúpamelas, me gusta!

Luego de un rato, el bajó a mamársela a ella. Le puso una almohada bajo las nalgas para subirla un poco y le dijo que subiera las piernas. Primero besos, luego lamidas. Poco a poco fue metiendo un dedo dentro de su vagina que estaba muy húmeda. A medida que aumentaba el ritmo de las lamidas y mamadas, también aumentaba el ritmo del mete y saca de su dedo. Silvana estaba disfrutando un mundo. Si primo, sabroso, me gusta, me la mamas rico. Ella con sus manos, le hundía la cabeza con bastante fuerza para sentir mas presión en la mamada. Así estuvieron por un rato y a el se le estaba cansando la lengua. Por fin ella empezó a temblar y a subir y bajar. A medida que venia el orgasmo, mas trataba de hundirle la cabeza entre sus piernas. Fue tanta la presión cuando estaba acabando, que el primo tuvo que hacer un gran esfuerzo para no asfixiarse y poder sacar su cara de allí.

Silvana no decía nada, aunque el orgasmo fue muy intenso y sabroso. Con las piernas aun abiertas, comenzó a frotar su vagina y abrirse los labios. Ahora te toca a ti primo, le dijo, Cógeme! El no lo pensó dos veces. Excitado como estaba y con el aliento ya recuperado, se introdujo dentro de ella y empezó a cogerla con muchas ganas. Luego de un rato, le pidió a Silvana que se pusiera en cuatro. De esta forma, el tenia mayor dominio. La agarró por la cintura y comenzó a darle cada vez mas duro y rápido. A Silvana nunca la habían cogido así tan intensamente. No sabia lo rico que se sentía cada vez que golpeaba su viente con sus nalgas y como sus bolas rebotaban contra su clítoris. Ella gemía cada vez mas alto hasta que le sobrevino otro orgasmo. Casi al mismo tiempo, el primo sacó su miembro y le echó varios chorros en la espalda. Cada uno fue por su lado a lavarse. Se quedaron en ropa interior charlando casi formalmente y se quedaron dormidos.

A la mañana siguiente, ella quiso ser amable y preparar el desayuno. O al menos eso intentó. Quería hacer arepas pero la masa le quedó aguada. El se dio cuenta y le dijo: Tranquila prima, yo las hago! Corrigió la masa y las montó en el budare. Solo después de eso fue que se percató que Silvana llevaba solo un pequeño short de algodón y una pequeña franelita de la misma tela, sin nada debajo. Le bajó el fuego a la cocina al mínimo. La llevó hasta la pared de la cocina, le bajó el pequeño short y estando ambos de pie, cogieron por unos momentos, se detuvieron solo para darle vuelta a las arepas y seguir en la misma posición. El no paraba de acariciarle las tetas desde atrás. Por fin lo sacó y quiso probar a echárselo en la cara, pero a ella no le gustaba eso. Eso si, enseguida ella le agarró el miembro con su mano y lo masturbó hasta que sacara todo. Al primo del orgasmo le comenzaron a temblar las piernas y cayó al piso en estado de éxtasis.

Durante el desayuno, “el primo” sintió que quería aclarar la situación. Necesitaba hacerlo. Se le quedó viendo fijamente, como pensándolo bien y le dijo: ¿Y ahora? Ella de manera bastante fría le contestó: ¿Ahora que? Ahora nada primo. Cada quien por su lado. La cara del primo no fue precisamente de felicidad. Aparentemente se había hecho muchas ilusiones y la decepción se le notaba. Para tapar la situación, Silvana le dijo: De verdad que la pase bien, acabé varias veces, pero yo solo quería eso, mas nada. No estoy preparada para tener otra relación. A él no le gusto mucho la explicación, pero no dijo nada. Total, ya ella le había aclarado sus intenciones desde el principio.

CAPITULO 9

Miguel se había ido a al otro extremo de la ciudad. Lejos de sentirse aliviado, se sentía solo y derrotado. Muchos de sus “amigos” le habían quitado el habla porque sus esposas se lo exigieron. Era como que tenían que tomar partido entre él y Silvana. Se dio cuenta de que perdió mucho mas que una relación. Solo, en su nuevo apartamento casi vacío, lloró.

CAPITULO 10

Amarilis estaba como carajito con juguete nuevo. Cada vez que podía, buscaba a Sergio, se desnudaban y se disfrutaban. Sergio se sentía en las nubes cuando estaba con ella. La veía como a una princesa que lo había rescatado de un pozo profundo donde estaba. No solo el sexo le parecía bueno. Disfrutaba mucho de su compañía. Descubrieron que tenían gustos muy parecidos en comida, música y películas. No pasó mucho tiempo cuando Sergio comenzó a sentir que esa era la mujer de su vida.

Él había preparado todo para una noche perfecta. Compró flores, vino y algunos comestibles para prepararle una rica cena a su “amada”. A ella esos detalles le encantaban. Pero ese día lo noto a él un poco mas nervioso que de costumbre. Llegaron al apartamento, se dieron abrazos y besos y comenzaron a beber vino. El le dijo para preparar la cena, pero ella lo detuvo: Quiero que me cojas primero, le dijo mientras comenzaba a quitarse la ropa. Aunque no era su intención, tampoco le parecía mala idea. El se acostó y ella comenzó a besarlo por todas partes. Pronto, ya tenía el pene de él entre sus labios. Lo estuvo besando y chupando por un rato hasta que se incorporó. Poco a poco fue subiendo y en un movimiento rápido, se sentó arrodillada en su cara. Quiero que me hagas acabar con tu boca, le dijo. Ni corto ni perezoso, Sergio comenzó a hacerlo. Amarilis se retorcía del placer. Lo animaba con frases como: Así bebe, que rico, me la mamas sabroso, anda sigue. Sergio, animado, se esmeraba en darle placer. De hecho, él lo disfrutaba muchísimo ya que le encantaba el sabor de la humedad de ella. Súper excitada y previendo que pronto vendría el orgasmo, Amarilis insertó su dedo medio en su culo. Y así, contorsionándose de aquí a allá y viendo a Sergio entusiasmado con la tarea, ella sintió una oleada de placer en todo su cuerpo. Temblando, trataba de meter y sacar el dedo dentro de su culo y de hincar su cuca en la cara de Sergio. Ya, bebe, ya, que rico, siii, que rico me haces acabar bebe.

Sergio se sentía como el mejor. La sonrisa de Amarilis era la mejor señal de un trabajo “bien hecho”. Cuando supuso que era el momento, le dijo: Ahora me toca a mi. Así como estaba ella acostada, le puso una almohada bajo sus nalgas, se arrodillo delante de ella, le subió las piernas y procedió a darle todo ese amor que sentía por ella. Amarilis estaba por demás de extasiada por la iniciativa y las gana con que Sergio se lo estaba haciendo. Era el mismo Sergio de siempre, pero esta vez tenia como mas pasión, mas entrega, mas sabrosura. Ella le acercó uno de sus pies a la cara y él ni corto ni perezoso comenzó a besárselo y a chuparle los dedos. Antes toda esta situación les sobrevino el orgasmo a ambos. Él, que en esos momentos era relativamente callado, gimió y tembló como nunca. Ella, ante aquel espectáculo, también tuvo uno muy intenso. Por fin el cayó a su lado, tomó la cara de ella entre sus manos y le dijo con suave voz: Te amo! Ella lo tomó como algo lindo y lo besó y abrazó tiernamente.

CAPITULO 11

Yessika despertó aquel día con mas nauseas que nunca. Luego de calmarse, decidió que Samuel tenia que hacerse cargo si o si. Ya se acabaron las concesiones, la delicadeza y el trato con cariño. Es mas, estaba decidida a ir a armarle un peo en su trabajo si era preciso. ¿Que vaina es? Pensó.

Bañada, vestida, acomodada, regia y bendecida, salió hacia el trabajo de Samuel. En su mente maquinaba cualquier respuesta ante cualquier razonamiento lógico o ilógico que le pudiera decir. Ademas, ella lo había preferido a él que a Sergio, eso tenia que significar algo para él. No por nada era una de las chamas mas “deseadas” del barrio.

Samuel trabajaba en un taller mecánico. No era el mejor trabajo del mundo ni el que ella hubiera querido para el futuro padre de sus hijos, pero no le iba mal. Nunca le faltaban clientes. Muchos de ellos enviados por su ahora ex cuñado Miguel. Buenas, dijo Yessika. Samuel por favor. El tipo que la atendió la vio de arriba a abajo con cara de que se la quería comer. Ella se dio cuenta y blanqueo los ojos para arriba como diciendo: por favor… Vas a llamar a Samuel o te vas a quedar ahí sadiqueandome? El tipo reaccionó y fue a buscarlo. Luego de un rato se apareció Samuel con cara de: ¿Mas o menos? Él le había aclarado mas de una vez que no le gustaba que lo interrumpieran, mucho menos que se le aparecieran en el trabajo. Samuel, le dijo ella, tenemos que hablar. Y va ser ahorita quieras o no. La cara de él no era precisamente de satisfacción. De mala gana la hizo pasar a una pequeña oficina que, para sorpresa de ella, estaba limpia y ordenada. Escuchame, le dijo ella. Estoy embarazada, pero eso ya lo sabes. Ve viendo como vamos a hacer. No se si me voy a mudar para tu casa o vas a buscar irnos aparte. Preferiblemente aparte. Tengo que hacerme los chequeos médicos, necesito dinero para eso. Pero antes que nada, tenemos que casarnos, yo no salgo de mi casa sin eso, Así que ve viendo como te organizas porque tienes que hacerte cargo.

Luego de semejantes argumentos e imposiciones, Samuel, que siempre había sido un tipo de pocas palabras, abrió la boca para soltar lo siguiente: ¿Tu crees que yo soy güevon? ¿Tu crees que tu me vas a encasquetar esa barriga a mi? La cara de Yessika cambió totalmente. Samuel continuó: ¿Acaso tu crees que yo no sabía que cuando llegabas de mi casa, te iban a buscar y llegabas en la madrugada? Vaya usted a saber con quien te acostaste y te preñó. Tu a mi no me vas a venir a joder. Busca al papá y encasquetaselo a él.

De todas la respuestas que se imaginó Yessika, esa no la tenia prevista. Ciertamente ella salía de rumba, pero no se había acostado con nadie, solo con él. Ademas, Samuel nunca la sacaba y el sabia que a ella le gustaba que la llevaran a comer y a bailar. El rollo era ¿Como se enteró? Para cambiar las cosas a su favor, ella le dijo: Me estas ofendiendo. Yo no soy ninguna loca! Samuel respondió enseguida: ¿Es mentira acaso que salías? Lo peor es que esa vaina era a cada rato. Ni siquiera lo disimulabas. Todo el barrio está enterado de esa vaina. ¿Sabes cuantas burlas me he tenido que calar por esa vaina? Incluso aquí en el trabajo me tildan de cabrón por tu culpa. Es mas ¿Sabes que? Te me vas de esta mierda y no vengas mas. Pero mi amor, dijo ella a punto de llorar, yo no he estado con mas nadie. Si, es verdad, yo salía, pero era porque lo necesitaba. Yo no sirvo para estar encerrada. Claro, continuo él, ¿Y para eso tenias que salir con tu ex cierto? El malandro ese con quien salias antes de que nosotros nos mudaramos al barrio. Mierda! Pensó Yessika. Esa si no la veía venir. Peló los ojos y dijo: ¿Mi ex? ¿Como sabes eso? ¿Quien te lo dijo? Lo sé y punto, le dijo él. Así que cuento tres y no te veo. No me conviene que me vean contigo. Chao, chao, chao, mientras señalaba hacia la puerta.

Indignada hasta mas no poder, Yessika se paró y salió. Mientras caminaba, no paraba de llorar y de pensar. Ciertamente había salido varias veces con su ex y ciertamente había intentado algo con ella, pero no se lo permitió. Se dio cuenta que la imagen que ella creía que tenia de chica bien en el barrio, se había ido a la mismísima mierda. O sea, la propia puta pues. Llegó a su casa, se encerró en su cuarto y estalló en llanto. Sintió que todo su mundo se había venido abajo. Jamás se imaginó que se vería preñada, despreciada y tildada de zorra. No se quería imaginar lo que le dirían en su casa cuando se enteraran.
¿Porque todo tiene que tener un porque? Confused
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#2
Esta novela se pone cada vez mejor, excelente trabajo bro! Ya esperando la siguiente actualización!

[Imagen: ju.png]
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#3
Lo malo de todo esto (lo único malo) es tener que esperar la continuación del relato.. Coño @TheCastAway no nos hagas esperar tanto bro, has que la cuarentena sea más llevadera weon!!.
 
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#4
hermano como los primeros brutal tu relato. Un ratode distracción en tanto desastre.
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#5
Coño bro ni siquiera había visto esto y me encuentro conque ya soltaste la 4ta entrega. Leyendo y salgo corriendo para allá
[Imagen: Imagen3.jpg]
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